Somos un matrimonio
Rober
Ha permanecido veinte años viviendo en retiro con su maestro en unas montañas apartado de la sociedad dedicado al estudio de la mente.
Mi nombre es Roberto Fernández. Mis maestros me pusieron Dargye, lo que significa ¡¡¡expansión y florecimiento de las enseñanzas budistas!!! Soy un místico multidisciplinar, artista marcial, productor de espacios sonoros y un amante del amor verdadero.
Claudia
Ha viajado por más de treinta países descubriendo los orígenes del yoga y aprendiendo de diferentes maestros de meditación.
Mi nombre es Claudia Sainz. Mis maestros me pusieron Shima, lo que significa ¡¡¡amor en todas sus manifestaciones!!! Soy luchadora, soñadora, me entrego a la amistad verdadera y amo sin condiciones.
ELLA
Medito desde que tenía aproximadamente 20 años, empecé siguiendo las instrucciones de un viejo libro que cayó entre mis manos. Me sentaba sobre la cama con las piernas cruzadas y respiraba. La práctica fue surgiendo en mí como algo natural, aunque con muchas dudas y nadie que las resolviera. Por el año 2009, con 30 años, empecé a practicar yoga, y un tiempo después tomé mi primera formación y empecé a dar clases a unos amigos por puro placer. Año tras año, las formaciones pasaron a ser mi modo de disfrutar de las vacaciones. Hice una de Ashtanga, otra de yoga para niños, me formé en Vinyasa, hice la maestría en Hatha, después Pilates, un master en meditación guiada, otro curso de meditación y pranayamas con Surinder (maestro internacionalmente reconocido) y mi sueño fue convirtiéndose en realidad. Mi trabajo en la industria farmacéutica se terminó y me convertí en profesora de yoga a tiempo completo. He viajado por más de 30 países practicando con los mejores, y he enseñado en congresos nacionales, y en países de Centro América. En el 2018 creé mi propia escuela de formación de profesores de yoga, Shimayá, avalada con el sello de la Yoga Alliance International, que enseña cada año con rigor, dedicación y seriedad.
Soy licenciada en farmacia. La parte científica me encanta. Entender lo que hace la meditación en nuestra biología me parece fascinante.
Hacer avanzar a las personas a través de los valores yóguicos y que puedan ver la vida como una verdadera oportunidad es mi camino espiritual.
ÉL
Me crié en protecciones de menores debido a no tener familia. Eso condicionó muchísimo mi infancia y formación como persona, lo que me arrastró al mundo de las drogas a muy temprana edad. Desde los diez años hasta los diecisiete, viví el abuso de las drogas, el alcohol y todo tipo de tóxicos. Eso desencadenó en problemas muy serios de salud a los diecisiete años que fue cuando conocí a mi maestro. Le seguí a las montañas apartados de la sociedad y allí viví durante veinte años dedicado a las artes marciales tradicionales y al estudio de la mente según el budismo tibetano. A los cuarenta años bajé de las montañas para vivir el mundo que todavía no había vivido, para compartir con todas las personas que pueda la experiencia y el conocimiento que adquirí a lo largo de esos veinte años. Desde entonces, he vivido en varias ciudades desde los cuarenta hasta ahora, que tengo cincuenta años. Tan solo puedo sentirme inmensamente agradecido por las oportunidades tan grandes que me ha proporcionado la vida para evolucionar y encontrar un sentido por el que vivir.
He practicado diversas artes marciales durante casi treinta años.
A los diecisiete años tuve mi primera iniciación de Tara Verde y desde ese momento he tenido contacto directo con Lamas y con su santidad Sakya Trenzin.
Durante veinte años he podido sumergirme en la contemplación de la mente de una manera muy profunda y tan solo puedo dar las gracias por ello.
Y colorín colorado nuestra historia se ha acabado 🙂
¡Nos vemos dentro!
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